por Alberto N Jones
HAVANA TIMES — Este verano estuve más tiempo en
Guantánamo que de costumbre, pues coincidió mi presencia con la celebración
nacional por el 26 de Julio y los carnavales de esta villa.
Una intensa actividad constructora/restauradora en la
provincia incluyó, la terminación de un
importante tramo de la autopista nacional que une a Guantánamo con el poblado
de Belleza, paralizada hace más de 20 años.
La re-pavimentación de las principales arterias de la
ciudad, la terminación y/o reconstrucción de múltiples obras sociales, la
terminación de un bello boulevard convertido ahora en el centro de actividad
recreativo de la ciudad y cientos de casas y edificios pintados, le confieren a
la ciudad un frescor que había faltado en décadas y una alegría temporal para
toda la ciudadanía.
La celebración de los actos por el 26 de Julio en
cualquier ciudad de Cuba, es motivo de júbilo y orgullo local, lo cual se
manifestó ampliamente a lo largo y ancho de Guantánamo, que culminó con la
celebración de cuatro días de festejos populares.
Mas allá que el maquillaje
Sin embargo, para los que aman a nuestro Guantánamo, para
los que luchan día a día para que esta región ocupe el lugar que le corresponde
dentro del país, para los que sufren ante el deterioro imperante, la falta de
desarrollo y perspectiva para miles de jóvenes sin empleo o futuro y cuya única
meta es “inventar”, lo que los acerca al mundo de la delincuencia, a crear
alguna actividad de subsistencia por cuenta propia o emigrar, no se corresponde
con los 50 años vividos de duras luchas y sacrificios.
En su lugar, estas celebraciones resultaron ser un
espejismo, un sueño de verano o un chiste de mal gusto, para decenas de miles
de personas que sufren y no saben cómo resolver sus necesidades más
perentorias.
La situación socio-económica de Oriente sur es grave,
urgente, desgarradora y debilitante, al englobar a comunidades, pueblos y
ciudades en una atmosfera asfixiante de total frustración e impotencia, que
termina quebrantando las fibras y valores de toda la sociedad.
Miles de graduados universitarios y técnicos medios sin
empleos, deambulan sin rumbo y sin esperanzas, olvidando, por minutos, lo
aprendido. Las matrículas en los niveles
medio y superior han sido reducidas sensiblemente y todos los servicios se han
degradado, afectando adversamente el importante índice de felicidad y
satisfacción personal de toda la comunidad.
Los desincentivantes e insuficientes salarios, se han
visto agravado por la pérdida de empleo de uno o más miembros del núcleo
familiar, colocándolos al borde del colapso económico. Las omnipresentes
prebendas para acceder a todo tipo de servicios se han intensificado en
extremo, deshumanizando a las personas y convirtiéndolas en máquinas de
supervivencia, que poco les importa la situación del prójimo.
El desvío de recursos, el robo, la adulteración de los
productos, el picotazo de los inspectores, el abusivo costo de los productos
que se expenden en CUC y la falta de ventas al por mayor, son solo algunos de
los males más evidentes que hablan de una falta de coordinación entre las
diferentes empresas, que han llevado al estancamiento e involución de algunos
de los planes recogidos en los Lineamientos del Partido.
Miles de personas respondieron al llamado del gobierno
para rescatar terrenos agrícolas baldíos, devorados por el marabú, para
ponerlos a producir alimentos para la población y reducir las costosas
importaciones.
A pesar del férreo burocratismo e inmovilismo del
ministerio de agricultura y la falta de aperos e implementos agrícolas, enormes
áreas de terreno han sido desbrozadas, sembradas y cultivadas, utilizando
métodos arcaicos como la yunta de buey y el arado de palo.
La falta de fertilizantes, pesticidas o semillas, el
prohibitivo costo del combustible que impide la utilización de sistemas de
riego, el alto costo del transporte agrícola y una sensible disminución en el
poder adquisitivo de la población, puede dar al traste con este proyecto de
vital importancia.
Si los problemas enunciados más arriba parecieran graves,
estos palidecen al visitar algunos de los antiguos bateyes azucareros
guantanameros de Costa Rica, Honduras,
Romelié, Tames, Paraguay etc.- cuyos ingenios fueron demolidos, supuestamente,
por ser trapiches improductivos, que no fueron sustituidos con otra alternativa
laboral, convirtiendo dichos poblados en cementerios humanos, repletos de
ex-trabajadores azucareros empobrecidos, desmoralizados, alcohólicos e
incapaces de enfrentar las obligaciones de su núcleo familiar.
Como daño
colateral, esta tragedia ha traído consigo la pérdida de decenas de oficios,
trabajos manuales, artesanales, amor por la tierra y un sentido de pertenencia
que los jóvenes desconocen y no parecen interesados en recobrar.
La extrema gravedad del problema no tolera blandenguería,
indecisiones o paños tibios. Solo una intervención quirúrgica radical de
urgencia, es capaz de impedir a tiempo el mar de muertos, los ríos de sangre y
la masiva destrucción física que una concertada estrategia foránea de
permanente amenazas y privaciones, ha promovido una mentalidad de asedio,
persecución y reacciones contraproducentes dentro del gobierno, que han ido
sentando las bases para un descalabro social como los de Siria, Libia, Yemen,
Irak o Afganistán.
Demuestra fehacientemente lo anterior, que mientras los
militares norteamericanos estacionados en la Base Naval de Guantánamo disfrutan
de todas las amenidades existentes en aquel enclave inhóspito, el pueblo de
Guantánamo ha sido privado durante décadas del uso de sus playas, ríos, valles
y montañas, por haber sido declaradas Zona Militar.
Por cuanto Cuba sigue siendo uno de los lugares más
apetecibles del mundo por su belleza, privilegiada ubicación geográfica, clima,
tranquilidad ciudadana, educación, salubridad, composición étnica, diversidad
ecológica y un pueblo sui generis, nada puede explicar, racionalizar o justificar,
la persistencia de una acuciante crisis económica y social, que intenta devorar
a un país aletargado, catatónico, causado por decisiones híper centralizadas
auto-infligidas.